Kim Jong-un, jefe supremo de Corea del Norte, posee una cualidad que es clave para comprender su poder indisputable en el gobierno, las fuerzas armadas, los estratos oficiales y su pueblo. No se trata tan solo de su papel vitalicio como el d茅spota temido y 谩rbitro absoluto de lo que ocurra en su sojuzgada patria.
Nos referimos m谩s bien al hecho central de que Kim Jong-un, al igual que su padre y su abuelo en sus 茅pocas, es venerado como una deidad. Solo as铆 puede explicarse el fervor que suscita en los oficiales que pululan a su alrededor, en las masas, en las horas buenas y las malas. Los errores se desconocen y los logros se aplauden. Y la ideolog铆a, que nadie la entiende, es la base doctrinaria del ex贸tico Estado.
En d铆as recientes, la presencia norteamericana en la zona comenz贸 a provocar recelos. Como se帽al de la independencia del r茅gimen frente a la potencia estadounidense, las pruebas de cohetes y nuevos equipos armados se han intensificado. Asimismo, novedosos misiles, complemento obligado del poder nuclear que ostenta la naci贸n, ruedan por las principales v铆as para recibir el aplauso de las masas. Hace un par de d铆as, una prueba de equipos fall贸, pero no hizo mella en la adoraci贸n popular. Realizar encuestas ser铆a inconcebible adem谩s de intrascendente para el amor filial al l铆der supremo.
En este mismo tema, la idea circulada en Washington de una nueva ronda de negociaciones con el norte, no alz贸 vuelo. Y remoto ser铆a que fuera acogida, a la luz de la lamentable historia de tratos fallidos desde d茅cadas atr谩s. A la administraci贸n Bush padre, y despu茅s a la de Clinton, los norcoreanos empe帽aron su promesa de descontinuar el desarrollo at贸mico a cambio de alimentos y ayuda econ贸mica. No solo no cumplieron el compromiso, sino que prosiguieron los experimentos en secreto en las barbas mismas del T铆o Sam.
Desde luego, una reca铆da nunca extra帽a, pero a estas horas la prensa, los think-tanks y la ciudadan铆a ya no est谩n para ese tipo de bromas. El presidente Trump conf铆a en los buenos oficios chinos para persuadir a los ahijados en Pionyang de no meterse en mayores l铆os. Pero, quiz谩s ese optimismo de Trump sea una nota salvadora porque en unas semanas o meses las 鈥淭orres Trump鈥� en Pionyang ser谩n portadoras de excelentes augurios para el supremo l铆der, como lo han sido para el sult谩n turco.